sábado

EL KIWI, UNA TORRE DE RECUERDOS

Por: Liz Violeta Rodríguez Quispe.

Hace un año y seis meses aproximadamente que echamos de menos al Tío Antonio, aquel cano anciano que vivió años en el barrio América del distrito silente de Huayllabamba, uno de los tantos del Cusco, cómo extrañamos al Tío Antonio, más aún su efusiva vieja viuda la Tía Braulia, que ahora ha quedado sola  y acompaña sentada todas las tardes hasta caer la noche al silencio que desde hace ya muchos años se ha apoderado del barrio América en nuestro distrito.
 No siempre fue así por cierto, hubo momentos sobre todo tardes en las que en el barrio solo se oían gritos, risas y un gran bullicio, creado por los más pequeños del barrio, incluso  se oía la voz  enérgica del Tío Antonio : “ Car…o cállense niños, no tienen sueño, dejen dormir…”. Por un momento todo enmudecía, pasado unos segundos volvían el alboroto. Eso solía ser quizá antes de que el internet, los celulares y estos últimos aspectos de la tecnología se apoderáran de nuestros niños y niñas, y opacaran el bullicio y el griterío.  Antes todos jugaban olvidándose del tiempo, del frío, hambre o sed, y del sueño de los demás, gobernados por un espíritu infantil, solo buscaban divertirse y dar vida a ese derecho de los niños, la recreación.
Formando dos grupos tanto niños y niñas concursar pretendiendo ser villanos, otros policías, saltando la soga, o dibujando en el suelo un avioncito para el plic plac-  y por supuesto el ruido escandaloso de las latas pequeñas y grandes que originaban la diversión favorita de todos, El KIWI; un juego heredado de antaño, no recuerdan quien le enseño a quien, pero si que es uno de los favoritos de todos,  todo el que quisiera jugar acumulaba las latas en los rincones de sus casas escondiéndolas de sus madres antes de que terminen en el saco de la basura, después las juntaban y armaban una torre de latas para ser derribadas con una pelota por el equipo contrario y salir disparados por los alrededores de la calle, esquivando la pelota  y evitando ser tocados con esta, salvarse de morir en el intento de armar nuevamente la torre de latas para gritar con gran júbilo ¡KIWI; KIWI…!
Rememoro mis años de infancia, cuando niña e incluso hasta adolescente yo era parte de uno de los equipos, huyendo de la pelota mientras intentaba armar el KIWI, o persiguiendo a mis amigos y amigas para que no construyeran la torre de latas. No ha pasado muchos años, quienes dábamos vida al barrio hemos emigrado o sustituido esa alegría por otros que haceres y hasta placeres, mas los niños de ahora muy poco conocen de esas dulces maneras de divertirse, pronto nacerá mi hijita y espero hacer algo para darle la dicha que una vez vivió su madre al jugar esos juegos de antaño, una dicha y herencia que no debemos perder.
Extrañamos al tío Antonio y  él que en paz descanse, donde se encuentre ha de extrañar ese bullicio y esas risas de los niños y niñas gritando ¡KIWI, KIWI…!, en el barrio América del distrito de Huayllabamba, todas las noches que desvelábamos su sueño.

1 comentario:

  1. Una gran redacción, muchas felicidades, por el nacimiento de tu pequeña, y sobre todo por recordar de tan buena manera a quienes ya no estan con nosotros, escriben muy linda, de verdad que me conmovio.

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