sábado

LA ESFERA DE LA DIVERSIÓN

Por: Karina Achiri.

Al enterarme del tema, en cierta manera no pude creerlo, puse una cara de sorpresa única “ese juego” es extraño que una mujer escriba acerca de este tema, la persona idónea para hacerlo- creo que sería un varón- sin embargo debería estar agradecida de haber crecido con un hermano menor; quien con mucha paciencia, me enseño algo de este juego,que me sirvió para comprender como esas pequeñas esferas divierten a varios niños. 
El jugar es una manera de olvidarse del mundo, crear un lugar donde el único requisito es divertirse y para eso, éramos expertos; cuando niños nos reuníamos con los amigos del barrio,  entonábamos canciones eufóricas, gritábamos, ganábamos, perdíamos… sin embargo, esos años no se olvidan, cuando por la calle vemos a un grupo de niños jugando y divirtiéndose como lo hacíamos, solo queda suspirar y pensar  ¡que épocas aquellas! Quizás cuando pequeños-especialmente para los varones-tener una gran cantidad de esas pequeñas esferas en diferentes colores, tamaños y cada una con un nombre especial que impedía que se perdieran; no eran suficientes porque las canicas, muy conocidas en el Cusco como “tiros”, eran la diversión en miniatura.
Lo que puedo recordar de este juego, especialmente es ver a mi hermano menor con esas pequeñas esferas en los bolsillos y algunas hasta tiradas por toda la casa; aunque no era por mucho tiempo, porque estos tiros eran colocados en una botella,donde cada semana aumentaban en número. Mi hermano hacia el esfuerzo de ahorrar la propina que mi madre le daba para poder comprar más tiros de diferentes colores y así, aumentar su colección. Sin embargo, para el día siguiente el número de tiros disminuía por haberlas perdidos contra sus amiguitos, pero cual terco, al siguiente día hacia todo lo posible para que la suerte le sonriera y llenar su botella de tiros. Cada uno de esos tiros tenía un nombre extraño, los tiros más grandes se denominaban “coyotas”, los de color crema eran las “lecheras” y esos tiros diminutos de metal, que podían confundir a cualquiera destrozaban los demás tiros de cristal.
Para conocer más de los tiros, tuve que preguntar a los conocedores de este juego, gran parte de mis amigos del genero masculinos, recordaban su infancia con solo escuchar la palabra “tiros”, decían como olvidar cuando en el suelo se tenía que dibujar un ovalo en forma de ojo, al cual se le llamaba la olla y con su respectivo cuti (punto de partida); el retador debía colocar en la olla, los tiros que apostaría, al igual que el otro jugador, aunque el número de jugadores no es especifico porque pueden jugar más de dos personas . Sin embargo el primero que se aproxime al cuti, empieza con la cacería en busca de más tiros, cada jugador tincaba con su tiro suertudo y esa habilidad en los dedos para intentar sacar los tiros de la olla y llevárselos a casa; si algún tiro salía de la olla, este era propiedad del jugador que aumentaba el número de premios en el día. Otra denominación eran los cumpas (aliados), esos amigos con quienes se podía jugar en pares; si uno perdía, el otro lo ayudaba a recuperar los tiros, cual leal amigo.

Un juego como los tiros, no pasa de moda, porque en cada barrio, esquina, calle; existe todavía un gran número de niños extendidos en el suelo, alrededor de algunas tiros listos para ser tincados y así ganar más de estos.

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