sábado

ENGANCHADO POR LA MAQUINITA

Challco Turpo Boris Fermín

Para abrir las puertas del mundillo en que uno llega a realizar lo imposible, para un mortal sólo basta que los dedos clamen con desesperación a un par de monedas en los lugares más recónditos de un bolsillo, y  el ocio como incondicional socio de las andanzas por los senderos seductores del vicio, que poco a poco acelera los pasos  a la ficción, en donde el tiempo se detiene y la realidad se hace inaceptable.

Volviendo la mirada hacia la ventana de los recuerdos, vislumbro el instante cuando me paseaba por los pasillos ingenuos de mi vida; intentando burlar al tiempo entre las cuatro paredes de aquella jungla de diversiones, que no distaba mucho del colegio en donde yo estudiaba. Unos cuantos céntimos en el uniforme escolar, un día sin clases y mucho ocio merodeando por ese lugar, fueron encubriendo cada una de mis citas con el play.

La tentadora fruta estaba ahí desde mucho, siempre disponible para quienes lo desearan; tan sólo era necesario darle un pequeño mordisco, para que me deje narcotizado la razón; comencé a jugar sin técnica, casi instintivamente, triunfar o sucumbir ante el enemigo no cobraba tanta importancia, decidía cuánto iba a gastar y cuando llegaba al límite me iba a casa, esas fueron  las reglas del juego hasta que paulatinamente fui perdiendo el control  sobre las decisiones que tomaría; pronto quedé cautivado por el rostro embustero de aquel juego de doble filo, por un momento pude probar el sabor prohibido de la magnificencia para pagarla con muchas horas de clase y preciados momentos de mi existencia que se evaporaron en la caldera del vicio.

Emprender el éxodo en la ruta que guía al final del juego es toda una odisea, para aquellos que sienten discurrir por sus venas el sedante que sega la visión de la realidad; la paga por haber probado el fruto tentador es tener problemas psicosociales, sufrir de cambios conductuales y finalmente la muerte; en lo personal, yo no tuve problemas en dejar  el vicio,  me bastó con saber que estuve a punto de reprobar el segundo año de secundaria.

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