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Opinión - AMISTADES PELIGROSAS



El próximo 17 de marzo será quizás uno de los días más importantes en la vida de Cesar Camilo Ccahuantico Meza, pues se determinará si tuvo o no responsabilidad en el robo que sufrió el Club Cienciano del Cusco, a manos del apodado “chato” Carlos y sus secuaces, en el 2008. Según el fallo que se dictamine, se sabrá si puede salir en libertad o si seguirá en prisión.

Aparte de las obvias virtudes que un futbolista debe tener con los pies y la pasión necesaria por este deporte, el sacrificio y la disciplina se convierten en requerimientos indispensables todavía no conseguidos por estos deportistas en nuestro país. Salvo excepciones, existe todavía una gran sector que parece no comprenderlo: aquellos a quienes les gusta la vida nocturna, tener amistades “peligrosas”, estar envueltos en uno y otro escándalo farandulero, y que no hacen más que poner en riesgo su profesión. 


El caso de Cesar Ccahuantico Meza, futbolista profesional y uno de los responsables de muchas de las alegrías nunca antes vividas por los aficionados a este deporte (por lo menos en el país), da mucho que hablar. El “sinchi”, como es conocido, se encuentra recluido en la cárcel por estar, de acuerdo a investigaciones, implicado en el robo que sufrió el equipo rojo hace aproximadamente 4 años. 

Tras las indagaciones hechas por la policía, se determinó que el jugador del Cienciano había tenido comunicación el día del robo con uno de los asaltantes lo que hizo presumir que él había sido quien habría “pasado el dato”. Por lo tanto, Ccahuantico se convertía en un implicado más. Los medios de comunicación del país explotaron por demás este tema, buscando y hurgando en el pasado del jugador y dando cabida a cuanto desconocido dijera que alguna vez tuvo alguna discrepancia con él. Así, de la noche a la mañana, Ccahuantico Meza se convertía en un mal ejemplo a seguir. 

Pero, ¿qué lleva a un futbolista a relacionarse con gente de dudosa reputación? Es cierto que ellos tienen gran aceptación de parte de la gente, y a donde vayan o donde estén van a ser el centro de atención. Por lo tanto, por ser personas mediáticas, tener un buen entorno debería ser importante para ellos, ya que la sociedad en general en algún momento observará y los juzgara por eso: por sus juntas. Ya lo dice el refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres” O qué pensaría Ud. si ve a Juan Vargas caminando por la calle junto al cabecilla de “Los Destructores”, como si fueran grandes amigos. Daría mucho que hablar ¿no?

El “cholo” Ccahuantico pasa sus días en la cárcel por esta situación. En su defensa, él, con algo de razón, dice que el hecho de haberse tomado fotos con el autor del robo o haber mantenido comunicación con él, no indica que tenga algo que ver, y menos aun que él haya sido el cómplice. Además según las declaraciones de los asaltantes, ninguno lo acusa de haber sido parte del robo; pero, como ya se mencionó, la situación por sí sola se presta a suspicacias y dudas cuando algo así sucede. La pregunta es obvia: ¿Qué temas de conversación podrían tener un futbolista profesional y un delincuente? Simplemente, ninguna. 

Por el bien del jugador, que en algún momento se convirtió en el abanderado del fútbol local, todos los cusqueños y amantes de este deporte esperamos que esta situación termine por el bien del fútbol y sobretodo, de él y de su familia. 

Por Jonathan J. Carlos Clemente

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