LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA

Por: Lamdy Anny Quispe Ordoñez

Desde que Agustín Lizárraga decidiera confesar que había un hermoso cosmos dentro de este mundo de maltrechos invasores, que había una ciudad mágica llena de mitos y leyendas que la gente no se atrevía a contradecir.  Desde esos tiempos Machupicchu ya existía y formaba parte de los latidos antiguos del universo.

Han pasado ya 100 años desde que Hiram Bingham llegó a la ciudad perdida de los incas, la majestuosidad que muestran sus piedras labradas finamente, aún ocultan la historia que está detrás de tantos años de silencio, esas que se llevaron sus secretos.

“Machupicchu, Historia y Homenaje a una Maravilla del Mundo” fue la denominación que se dio a esta gran ceremonia  por el centenario de su descubrimiento.

Luces, color, solemnidad y música fueron los acompañantes aquel día de Julio en el que muchos sentían esa atracción especial por la celebración del descubrimiento de una efigie casi eterna y en la que otros simplemente percibían la mentira hecha carne.

¿Pero, cómo recibió la población cusqueña este homenaje?

Sin duda, se considera que  fue un hecho trascendental para todo el país, pero no para la ciudad del Cusco, que se consideraba excluida de sus propias tierras. Muchos manifiestan que fue algo mágico y emocionante pero que lamentan haberlo visto desde las pantallas de su televisor.

Sin embargo aún siguen en sus memorias aquellas historias que se tejen acerca del descubrimiento de esta majestuosa ciudadela. 

“Creo, que una parte de la población no está de acuerdo con el famoso "CENTENARIO" de Machupicchu, ya que está demostrado que Agustín Lizárraga llegó en 1902, mientras que el Sr. Binghan llegó años más tarde”

Por otro lado, lejos del desatino de las autoridades, las inconveniencias, y la organización. Se logró el incremento de la actividad turística,  y la unión de la juventud cusqueña.

“Estuvo chévere,  Machupicchu, se merece mucho más, por algo es una de las 7  maravillas  a nivel mundial”.

Nuestro patrimonio quedará tal vez por muchos años más, y es deber de nosotros hacer de éste, un lugar apacible, donde no solamente los perdidos encuentren su dirección; sino también en donde nosotros encontremos ese sendero que nos está cegando por ser tan luminoso y lúgubre a la vez.