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NACIÓN K’ANA, PUEBLO DE VALIENTES

Por: Lamdy Anny Quispe Ordoñez

Dibujo de Anny Shomara Quispe
La inclemencia del frío y del viento han hecho de esta tierra  a personas trabajadoras capaces de dar guarida al trotamundo errante, capaces de luchar en contra de los abusos. Descendientes de una gran nación antecesora a los Incas, denominada la nación K'ana, conocida por sus riñas en contra de la injusticia, oponiéndose al sistema del gobierno de los incas.
La provincia de Espinar, está ubicada en una zona frígida y se caracteriza por ser potencia en la ganadería, por ello la razón de sus famosas ferias ganaderas.
Sus distritos guardan con gran celo aquellas historias que crearon sus padres antiguos, cuando sufrían los maltratos que ejercían los españoles en la época del virreinato, Espinar y sus distritos son conocidos por su afán rebelde en busca de su independencia; en sus tierras cada año, ya casi desgastada circula esta leyenda…

EL MORTERO DEL INCA
Cuentan que el Inca, en su afán de conquista atacó con sus tropas a los invencibles K'anas, considerados enemigos acérrimos, los K'anas se defendieron valerosamente, sin embargo fueron derrotados por las tropas del inca, quiénes invadirían esas tierras.
El jefe K'ana hizo un llamado a su pueblo para defender su territorio, formándose un numeroso contingente, a cuya cabeza marchó el jefe K'ana dejando su palacio de K’anamarca.
Al tener noticia de la estrategia de los K’anas,  el Inca hizo correr la desesperación, por otro lado empezaron a sentir los estragos del hambre porque sus provisiones se habían  agotado y cuando los K’anas aparecieron por los cerros aledaños, el jefe Inca viéndose acorralado, trató de dialogar con el enemigo mediante emisarios para evitar una derrota lamentable, durante la tregua momentánea el jefe K’ana propuso una pelea personal con el Inca,  para demostrar cuál de los dos era más hombre y poderoso.
Aceptado el reto y concertada la pelea y las condiciones, ambos escogieron la honda como instrumento de arma para disipar la situación, los dos jefes se colocaron cada cual a una distancia prudencial y comenzáron el duelo.
Se dice que el jefe de los K’anas, con el primer hondazo le voló la montera de la cabeza
al inca, quien antes de ser asesinado por otro golpe en la cabeza pidió tregua  y cumpliendo las condiciones del trato retiró sus tropas dejando en paz a los K’anas.
Como recuerdo perenne, el inca no recogió su montera y con el correr del tiempo, en la cumbre del cerro Ccaccapunko, se divisa la forma intacta de la montera inca petrificada, para los K’anas como un símbolo de valentía para las generaciones venideras.
Por ello, la nación K’ana es conocida por su gran coraje.

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