DE PROFESIÓN: LA MUERTE

Por: Yessica Aedo Rivera

En un mundo en el que existen miles de profesiones y oficios; desde los abogados, ingenieros, médicos, periodistas hasta carpinteros, albañiles, zapateros, sastres;  por encima de todos ellos el mío, que supera todo margen de este cosmos de mortales, y que sin embargo es el más odiado, mi profesión, mi tarea, mi trabajo, mi función: la muerte.

Mi labor y mi presencia, no motivan ninguna bienvenida, pero todos absolutamente todos los seres vivos de este mundo tienen una  cita conmigo,  el cómo, cuándo y dónde, no  lo saben porque sin importar motivos, direcciones, días u horas; ese encuentro se efectuará inevitablemente.

Unos se mueven con el afán de apartarse de mí, otros osan desafiarme buscándome, algunos  intentan adelantar nuestro encuentro, sin saber que  el estricto orden de mi agenda no está al alcance de ningún capricho humano; muchos me imitan, me dibujan, me pintan, intentan describirme, rebuscan en su imaginación queriendo representar  mi rostro, mi presencia, mi labor.

Aunque mucho se ha divagado, comentado, disertado y debatido respecto a mí, lo cierto es que nadie me ha visto, nadie me conoce, nadie me recuerda; sin embargo me temen, me abominan, me  huyen, me  investigan, me admiran y me llaman, tratan de descifrarme, dominarme y vencerme; yo sé que aunque no lo conseguirán  lo seguirán intentando, pues que el ser humano se aparte de sus ambiciones de inmortalidad es realmente difícil.

 Aún siendo mi existencia tan real e incierta a la vez, todos saben que estoy aquí y allá, en el día, en la noche, en la lluvia, en el sol, arriba y abajo, con un solo objetivo: llegar al encuentro de aquel al que le llegó la hora. Yo soy La Muerte.