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Cultura - JUAN BRAVO: LEYENDA VIVA DE LA PINTURA CUSQUEÑA

Exposición en el Convento de Santo Domingo, integra a la actualidad cultural
Basta contemplar el enorme e impactante mural de la Avenida El Sol para tener idea del aporte que Juan Bravo Vizcarra brinda al arte cusqueño. No se trata de un simple pintor que traduce su visión del mundo al lenguaje de las pinceladas y los colores, sino de un verdadero artista que plasma el amor por su tierra de una forma tan singular y propia, como pocos lo hacen.
Una vida entregada al arte
Nacido en 1922, Juan Bravo, además de pintor, es también fotógrafo, escultor, caricaturista y promotor cultural. El hecho de que dejara inconclusos sus estudios de Física y Matemática en la UNSAAC no implicó que su futuro de truncara. Al contrario: sólo así pudo dedicarse por completo a su verdadera vocación, las artes plásticas. Algunos de sus trabajos forman parte del paisaje urbano del Cusco, aunque casi todos lo ignoran. Tal es el caso de las esculturas de la plaza Limacpampa. Los rostros pétreos de Manco Cápac y Mama Ocllo, nacidos del genio de Juan Bravo, observan, impasibles, las combis y demás vehículos que recorren las congestionadas, contaminadas y estresantes calles cusqueñas.

Pero, definitivamente, su obra maestra es “Historia del Cusco”, el colosal mural que se alza muy cerca del templo de Qoricancha, inaugurado en 1992, durante el régimen municipal de Daniel Estrada, es uno de los símbolos más connotados del Cusco contemporáneo. En su profunda longitud se dibujan los diversos actores que forjaron la existencia de nuestra ciudad, desde los orígenes más autóctonos hasta el abigarrado presente; los primeros habitantes, los míticos fundadores, los guerreros incas y los fieros invasores, así como los ciudadanos del presente y sus sueños de progreso. La influencia de los muralistas mexicanos, como Diego Rivera, es más que evidente a través del esmerado detallismo con que se plasman las raíces indígenas, en un afán no sólo de revalorarlo sino de construir, siguiendo el camino de Arguedas, una identidad mestiza.
Cuando se contempla sus murales, dibujos y oleos, no se puede escapar su gusto por las ciencias exactas, el mismo que en su juventud lo llevó por otras sendas alejadas del arte. Juan Bravo se distingue por reducir la belleza natural a las formas geométricas más sencillas: líneas rectas y onduladas, ángulos y curvas, polígonos y colores vivos. Su pintura evoca a la sencillez matemática de los muros incaicos, pero también se impregna del colorido y el dinamismo del folclore. También recuerda un poco al cubismo del genial Picasso y a la reivindicatoria social de Oswaldo Guayasamín.
La exposición
Como para reafirmar su legado, Juan Bravo retorna a las agendas culturales con la exposición gratuita de algunas de sus obras en el Convento de Santo Domingo. Aquí se pueden apreciar algunas muestras de su obra pictográfica y fotográfica. Cabe destacar los desnudos femeninos de tinta sobre cartulina, realizados con ese particular estilo que apela a la sencillez lineal (y al que él mismo denomina como “ritmografía”). Entre las fotografías expuestas, una de las que más destaca es la titulada “Fraile franciscano”, cuya leyenda indica que data de los años 60. La exposición fue inaugurada el sábado 5 de febrero, y se mantendrá hasta el próximo lunes 28. Se trata de una magnífica oportunidad para disfrutar de la obra de uno de los artistas más importantes del Cusco. No falten.
Por: David Osorio Maqque

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