domingo

JUGANDO CON LA MUERTE





Por: Jhanet Elvira Cáceres Cáceres


¡Vamos a jugar!... ¡Si!...¡Tu llevas las muñecas!...¿Esa esta linda?...¡Si!...¡Un rato quiero la barbie!...¡Ya,  lleva la barbie!... ¿Le hacemos un peinado?....¡Si!...¿Una trenza  ?...¡Si!...TOC TOC….¿Elvirita quien será, anda a ver?...TOC TOC…¡Ya!...¡Cuida a mi muñeca, Camito!...AH….. (Golpe en el piso)…¿Elvirita que ha pasado?...¡No!....¡Mami, se ha caído mi prima!.....¡No despierta! ¡Mami!....Hace tiempo que no recordaba este incidente, son casi 17 años, todo en mi memoria aparece como una película a blanco y negro, recuerdo la desesperación de mi familia, los ojos llorosos de Camito, las lagrimas de mi madre, todos teniendo  ganas de no verme así, tirada en el piso, como  las muñecas esparcidas alrededor mío, con miradas  de preocupación decorando mal la habitación.
Era un triste 30 de agosto (lo que recuerda mi madre), era un día común en mi infancia donde quería hacer lo que me gustaba hacer, jugar con mi hermana (mi prima Camito), ella siempre tenía un montón de muñecas, todas a mi disposición y un lindo triciclo de colores azul y blanco (nuestro vehículo favorito) yo siempre jugaba con ella, era mi única amiga a los 4 años, ese día  un sonido de la  puerta interrumpió el juego, Camito me dijo que fuera a ver quién era, no pude alcanzar la mirada por la ventana, era pequeña,  así que cogí el triciclo y subí al asiento, sin precaver que este no soportaría  el peso, las llantas giraron de un lado al otro, mientras me caía al suelo y mi cabeza hacia un ruido fuerte.
Todo era oscuro pero reaccione después de 10 minutos, cuando me dieron todos  los primeros auxilios que sabia  mi tío, me cargaron y me pusieron en la cama de Camito, ella estaba a mi lado llorando, mi mamá estaba recontra preocupada y desesperada, también me miraba, me decían todos, ¿Dime tu nombre?, ¿Quién es ella?, ¿Quién es él? (señalando a todos los presentes) yo no decía ni media palabra, así estuvieron buen tiempo y yo sin decir nada.
Camito, cuyo nombre es Carmen, lloraba sin parar y me decía: ”vamos primita dime quien soy yo”…yo miraba en un rotundo silencio, Carmen se echaba la culpa, se lamentaba por ser ella la responsable de mi caída; ella a sus cortos 6 años asumía una culpa que no era suya, no había culpables, todo fue un accidente. Pasando los minutos el silencio se rompió. Grite: ¡Camito!.. y las palabras fueron saliendo una tras una, en fila india, pude contestar todas las preguntas que me hacían, demorándome un poco en entenderlas, así dejaron de preocuparse, dejaron de alimentar ese ambiente de preocupación y desesperación que invadía la habitación.
La muerte, según mi familia quiso arrastrarme en su gélida ambición de tener una más en la lista negra, después de no tener signos vitales esa es la conclusión a la que llegaron, pensaban todos que estaba muerta, se hacían la idea de no volverme a ver jugar por la casa, mi madre pensaba que perdería a su única hija. Ahora pienso que pudo haber sido así. La muerte es ley de la vida, nadie se escapara de esta fase. Nadie es inmortal. Aunque es triste perder a un ser querido, todos lo sabemos, pero tenemos la esperanza y la resignación de que esa persona paso a una mejor vida.

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