domingo

TOTAL, DE LOS TOTALES…


Por: Edson Jhosemar Quispe Paucar


¡La muerte! La muerte… suena un tanto curioso hablar de un tema ya conocido y simple a la definición de muchos “final de un proceso de vida largo o corto, fin de los días de vida, inexistencia terrenal, simplemente muerte o criollamente estirar la pata” –tengo un amigo que considera a la muerte como un sueño permanente, como el de los cuentos para niños y el de los libros e historietas, pero, si este fuera el caso ¿Serían también definidos como muerte los estados de coma?
En fin –este no es el caso y no quiero definir a la muerte, simplemente quiero opinar como una persona que estuvo más cerca de la muerte que cualquiera que haya conocido. –el otro día (y no preciso por considerar que alguno de los que me conocen pueden sacar cuentas de lo sucedido)—estaba en casa como a las dos de la tarde, recibo una llamada y se trataba de una prima, parecía algo distinta, con la voz tenue, triste y apagada, como aquellos a quienes les ha pasado algo.—¿¡Ya sabes!?—me dijo.—No— Le dije. Después de un rato de conversación telefónica me di con la ingrata sorpresa que era mi tío, había fallecido– lo había visto cuatro días antes, con la sonrisa que lo caracterizaba, siempre estaba alegre—tuvo un accidente, se transportaba en su vehículo, eran las 11 de la noche y el camino era oscuro, estaba manejando cuando paso todo de un momento a otro… Se fue. Cien metros en caída perfecta como lo dirían algunos entendidos en la materia que fueron ha ver el incidente al día siguiente.
Ya podrán imaginar las escenas desgarradoras de dolor que protagonizaron mis primas, tíos, mi abuelo  y hasta mi padre. –mi padre es un hombre alegre, carismático, inteligente y bien preparado para situaciones como estas, pues mi madre desde hace años sufre un mal del cual estamos seguros no se salvará—aquel mismo día según me conto otro tío lo escuchó por  teléfono, con la voz tartamuda, muerta y apagada, articulando menos palabras de lo que puede hacer un niño de cuatro años; en fin, un caos “total de los totales” como  dice un amigo mío. Así transcurrió el funeral, las de la ley y muchas cosas protocolares que terminaron con la existencia terrenal de mi tío, pero no con los recuerdos.
Muchos ya han pasado por la muerte desde personajes importantes e ilustres (podría citar héroes, escritores y algunos locos) hasta los que solo quedan en la memoria de algunos pocos, por no decir de su familiares. Viven no por 10, 30, 40 o hasta 100 años, viven en la memoria de aquellos en los que han dejado un haz de luz de alegría, de vida, de sentimientos y emociones, viven hasta que por el paso del tiempo se los olvida, y como el tiempo es eterno a su paso extiende el manto del olvido.
En lo que a mí respecta mi paso por la vida con alegrías, penas, triunfos y fracasos y siempre dispuesto a conseguir el éxito ¡Así es como quisiera que me recuerden, a mí y a muchos otros!

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