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LA NAVIDAD PARA LOS POBRES

Pensar en  navidad, nos inspira múltiples sentimientos, dulzura, paz, reconciliación, confraternidad, unión y la más pura muestra del amor plasmado en el regalo más grande y maravilloso que Dios en su bondad nos dio; Jesús; el salvador de la humanidad.
Cuando pienso en Él, mi corazón se llena de gozo, pero también de tristeza, al saber que su llegada a la tierra es ignorada por muchos de nosotros.
Con el pasar de los años, la navidad ha adquirido un nuevo sentido, la mirada actual es mucho más mercantilista, se ha olvidado que un día Jesús vino a este mundo para darnos esperanza y enseñarnos que la humildad dignifica al hombre, que el amor al prójimo engrandece el alma.
No es inusual ver que en estas fechas al recorrer las calles, más de un rostro sobrecogido por el frio y el hambre es capaz de  enternecer incluso los corazones más duros.
Posiblemente sean las fiestas navideñas y de año nuevo, la nuestra más clara de una marcada diferencia, Mientras algunas personas aseguran pasar una muy feliz navidad, el otro extremo de la población nos recuerda que la desigualdad está aún más enraizada que antes.
Es lamentable recorrer las calles un 24 y 25 de diciembre y ver innumerables colas formadas desde tempranas horas, por niños y madres de familia que encuentran en un vaso de chocolate y en un pequeño juguete muestras de desprendimiento y solidaridad, no es nada extraño ver niños corriendo de un extremo a otro con el afán de conseguir el regalo que antes no habían recibido.
En cada rostro se dibuja una gran sonrisa, cuando alguno de ellos tiene entre sus manos, un carrito o una muñeca, que disfruta sin importar las condiciones en las que pasará la noche; bajo las inclemencias de una noche frígida y lluviosa o peor aún con la indiferencia de más de una persona.
Pensar en esperar la llegada del Salvador con panetón, pavo, chocolate y regalos, en más de una situación, es simplemente utópico, pues para la mayoría la espera de una noche buena y de la navidad, tiene lugar en las calles, lejos de la familia.
Por estas fechas, muchos de nuestros hermanos campesinos se dan encuentro en la plaza de Armas, Belén y San Pedro con el único fin de tener algo que comer en los siguientes días, a partir de la venta de hierbas que servirán para el nacimiento.
Con estas pequeñas muestras, preguntarnos sobre la situación en la que miles de peruanos y cusqueños reciben la navidad, sólo contrasta dos posiciones, las que sin duda tienen una diferencia abismal y nos sitúa en la idea de injusticia; sin embargo y en medio de todo este dolor, queda reconocer el verdadero significado de la navidad; amor, amor que no se jacta, que no mide cuánto tengas, de qué condición seas, de dónde vengas o cuál sea tu forma de percibir la vida, sino cuán dispuesto esté tu corazón a recibir su llegada.
Nahary Sofía Cáceres Estrada