JUGUEMOS A LAS ESCONDIDAS

Por: Kenia Santos Pilares.

Comenzar a recordar viejas épocas en la escuela, esos tiempos donde todo era inocencia y juego. Aquellas lejanas, pero siempre presentes épocas, marcaron en mí los años dorados que jamás de mi memoria se han de ir. Y entre toda esa lluvia de recuerdos, me detengo  en algo que quedó en un rincón de mi memoria, los viejos juegos del recreo. ¿Recuerdas?

Esos clásicos juegos que duraban escasos minutos y que nos hacían pasar un momento lleno de júbilo y   sentir alucinantes emociones, entre ellos LAS ESCONDIDAS, cubrirse los ojos, contar hasta 10 y que el resto salga corriendo  a esconderse, encontrarlos y decir “AMPAY”. Teníamos que pelearnos para que alguien se quede a contar, lo recuerdo… “En la casa de pinocho todos cuentan hasta ocho; uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho”, ¡perdiste! Te toca. 

Lo recuerdo y no puedo controlar un suspiro, al pensar que los años pasan, pero los recuerdos quedan. Recuerdo esas risas y carcajadas que se fundían con la llegada de la noche, y que la piconería de aquel momento por  contar, se disipaba con la emoción, las risas, la búsqueda del escondite para no ser sorprendido, las caídas de todo ese cálido tiempo que  compartíamos entre amigos.

Quizás ahora nos avergoncemos de jugar a LAS ESCONDIDAS, pero de niño la inocencia superaba a  la vergüenza, y esos ratos apacibles llenos de júbilo no se pueden cambiar ni por todo el oro de este mundo, porque son nuestros más preciados recuerdos.

Leyendo estas líneas, siéntate y recuerda como de niño nos moríamos por salir a jugar ala calle o en el recreo de la escuela. Lleva esos recuerdos a la mente y te sentirás alegre por haber compartido minutos, horas, días, meses y años de completa felicidad.