La espera se termina y más de un
corazón nos despierta con el loco palpitar, un minuto marca la diferencia, ese
minuto que divide lo viejo de lo nuevo, ese minuto que ahora se convierte,
en segundos que harán estallar a
millones de personas en todo el mundo, después de 365 días de espera, 30
segundos es nada, se empieza a sentir la euforia…señores...es año nuevo y la
fiesta rompe los moldes tradicionales.
El impacto de las luces se mezcla
con la alegría y el deseo de un
excelente nuevo año y con la emoción de estar viviendo en primera persona un
espectáculo de tal magnitud, miles de siluetas oscuras,
música de fondo, luces en el cielo y el reiterado sonido de innumerables cohetes que son manipulados por grandes y chicos, seguido de buenos deseos que son sellados con abrazos, de cuanto conocido este a tu lado.
música de fondo, luces en el cielo y el reiterado sonido de innumerables cohetes que son manipulados por grandes y chicos, seguido de buenos deseos que son sellados con abrazos, de cuanto conocido este a tu lado.
La continuidad de las palabras viejas reemplazadas por una
sonrisa y la ilusión de una nueva oportunidad, de un nuevo comienzo, de sueños restablecidos y metas que se inician con un suspiro antes
de marcar las doce de la noche, para muchos el milagro de la vida, la esperanza
de empezar un historia nueva y diferente, un capítulo que trascienda en nuestro
espíritu, la dicha original de sentir y vivir.
Con los dulces sonidos del universo en nuestras manos, adorando la
luz en su danza ahora tenemos nuevos argumentos para seguir caminando en ese
duro y fascinante sendero de la vida, porque ahora es año nuevo.
ISABEL MILAGROS HILARIO
RIVERA