sábado

No entiendo en qué momento mis risas se convirtieron en las lágrimas de muchos…

VERÓNICA CHÁVEZ JARAMILLO.
MARISEL DE LOS RÍOS OVIEDO.

Recuerdo como lo conocí, era el típico niño hijito de mamá, bien bañadito y perfumadito con un buen peinado y un refrigerio calientito, yo era el nuevo de la clase, pero siempre fui muy fuerte, no iba ser difícil encontrar amigos, total, siempre logro que los demás hagan lo que yo quiero; mi padre me enseñó, que para ser alguien en la vida debo ser fuerte, rudo, que todos me deben respetar, a mi papá todos lo respetan, siempre que alguien hace algo malo, paga las consecuencias, incluidos mi mama y yo.

Un día no me quiso dar su refrigerio, así que le propuse a mis amigos jugar un poco con él,  los juegos se convirtieron en golpes y poco a poco se hicieron mas intensos, creo que no fue sólo por una cuestión de descubrir cosas nuevas o de hacer lo mismo que hacían los demás, sino mas bien porque podía sentirme superior a los demás y dominar todo el mundo con tan sólo mi presencia. Todos los días jugábamos y él nunca se quejaba.

La última vez que lo vi, mi amigo le dio una patada y se cayó de las gradas, para mí, siempre fue sólo un juego, lo cual lamento mucho, pero dejando los arrepentimientos puedo decir que felizmente para éste tiempo aprendí mucho.
….
Cuando  lo conocí, él, era el nuevo de la clase, era más alto que yo y se notaba que tenía más fuerza, yo atesoraba varios amigos, pero poco a poco se fueron alejando ya no querían jugar conmigo, mi papá siempre me dijo que debo ser amable, responsable y estudioso y que la violencia no es buena; él nos cuida mucho a mi mamá y a mí.

Lo recuerdo porque desde que entró me tuvo marcado, no sé si por envidia o porque simplemente le caía mal,  había algo en él que me dejaba perturbado; fueron alrededor  de seis meses que yo lloraba mientras él reía.

No recuerdo muy bien el último día que me pegó, sólo lo vi acercarse con sus amigos, y como sabía que me pegaría empecé a correr, pero fue en vano, recibí varios golpes. Al final no sé, quien me empujó, solo sé, que caí de las gradas.

Mis papas sólo lloran, y me reclaman por qué no les conté nada, y todo hubiera sido diferente si sólo hubiera hablado.
Yo aprendí muchas cosas, pero lamento decir que no cambié, aún en éste tiempo no existe nadie que me pueda juzgar.
Yo sigo en la misma cama del mismo hospital, ya pasaron muchos años y nadie me puede ayudar.

1 comentario:

  1. cuando estaba en primaria y secundaria me paso lo mismo y ya que nunca confie en mis padres aprendi que el fuego se combate con fuego y lo hice despues me dejaron en paz esa fue la razon por la cual me hice guardian de los lugares donde estudie para tratar de detener eso y como me conocian los abusivos sabian que solo tenian 2 opciones dejar lo que hice o yo y la mayoria de veces siempre fue el 1ro

    brian

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