Vistaso al Cusco

Cusco, conocida como la Capital Arqueológica de América, fue declarada por la UNESCO en 1983, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Su nombre deriva de la palabra quechua: Qosqo, que significa "ombligo" o "centro"

Supongo que esa palabra encierra todo su significado. Basta con agudizar levemente el oído una tarde cualquiera en su Plaza de Armas para escuchar como conviven en perfecta armonía diferentes lenguas, idiomas, voces, acentos, diferentes culturas y nacionalidades.

Como una suerte de La casa de las palabras, la lengua mestiza, la puramente cuzqueña y las extranjeras se ensamblan dándole al Cusco todo el sentido para ser el Ombligo del Mundo.

Cruzar la frontera de la imaginación y lo real, todo aquello que se escucha tan solo en cuentos y voces produce mucha emoción, algo así como mariposas en el estómago, sólo era Yo, atravesando   lo que  se asemeja a la dimensión desconocida entrar hacia la plaza San Francisco me generó una sensación especial, cargada de euforia debido a la ansiedad acumulada durante meses a la espera de las  fiestas de la ciudad. Comencé a ver los primeros techos de tejas coloradas a dos aguas, con sus toritos de Pucará, los barrios periféricos, los cerros por detrás, y más techos de tejas sobre los cerros.  Caminar hacia  plaza de mayor se convierte en todo un travesía de gente  sobre gente, vendedores de comida, bandas  cuya música se  mezcla perfectamente con las voces de transeúntes y uno que otro llanto de niño reclamando  un juguete.

La  Plaza mayor, desde esta plaza, también llamada de los Guerreros o de los Lamentos, y que originalmente se llamaba Huacaypata, partían los caminos que llegaban a las cuatros regiones y confines del Tawantinsuyo, el inmenso universo que se forjaron los Incas. Con la llegada de los españoles, el Cuzco se convirtió en una ciudad mestiza y colonial, con espléndidas y monumentales edificaciones pero que de ninguna manera pudieron abatir del todo la colosal arquitectura incaica, como puede apreciarse al pie del Convento de Santo Domingo las ruinas de Qorikancha, Templo del Sol, o en la parte alta de la ciudad la fortaleza de Sacsayhuamàn.

En medio de la algarabía popular que está muy atenta a  las fiestas de la Ciudad, pasacalles, bandas de música, desfiles, vendedores y  transeúntes, nos damos cuenta que al turista, sobre todo extranjero, se le ofrece una idea de misticismo a veces equivocada.

“A la tierra se le paga; no se le pide”, Y es que algunos piensan que, acudiendo a un sacerdote andino en busca de sus rituales, los deseos se logran de inmediato, haciendo sus pedidos a los Apus, a las montañas. Y es que hay creyentes y sacerdotes andinos para todos los Gustos.

Dicen que el plano del Cusco tenía forma de jaguar y que Sacsayhuaman era su cabeza reposando en lo alto del cerro. Sus piedras inmensas reflejan el poder y el miedo que los opresores quieren infundir en los oprimidos, como en todos los imperios que en el mundo han sido. Pero su decadencia produce la ternura de los perdedores

Pero ¿donde está la esencia del Cusco? En sus calles y en sus mercados y especialmente en  sus fiestas jubilares. Allí están las viejas y sabias quechuas con sus trajes de colores y sus sombreros blancos. Allá están sus niños corriendo entre la fruta jugando al pilla-pilla. Allí están los puestos de magia, de pollos, de mate de coca, de falsos calcetines de marca y  el infaltable chirihuchu. Allá están las señoras comprando el maíz, la chicha de jora, la chicha morada y el arroz del día.  Allí me sentí, por fin, en el ombligo del mundo

Es Junio, miles de visitantes  se quedan enamorados de la ciudad, de sus tradiciones, de cada palabra y de lo que esta hermosa ciudad ofrece, y  que sin duda  siempre animara a volver.