Ninoska Arredondo Miranda
Según las profecías del calendario Maya, predijeron que el viernes 21 de diciembre del 2012, el sol, al recibir un fuerte rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia, cambiará su polarización y producirá una gigantesca llamarada radiante. Esto implicará una nueva conciencia cósmica y una transición espiritual hacia la nueva civilización.
Por otra parte, Michel de Nostradamus, quien vivió por los años 1503 y 1566, profetizó varios acontecimientos ocurridos, y otros tantos por llegar. Nos predice para el 2012:
“El defecto luminoso dará lugar a los días de oscuridad, en los que el gran planeta Hercólubus dejará de estar escondido en las tinieblas estelares, para, después de más de 25.000 años,
aparecer de nuevo y arrastrar con su masa de hierro magnetizado las Almas de los impíos muertos en esos días en que ya no brillarán las luminarias del cielo, arrastrándolas con él para que comiencen de nuevo la ascensión espiritual en su hábitat primario.”
A partir de este evento astronómico, las transformaciones físicas en el sol, alterarían el comportamiento de los hombres.
Es inevitable pensar que los mayas intentaron predecir el futuro, igual que lo ha hecho Nostradamus y muchos otros "profetas", además de todas las religiones que prometen un cambio ya sea después o antes de morir. Nada de esto es una verdad absoluta.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que un nuevo año ya empezó, sí, el 2012 llegó repleto de alegrías, deseos y esperanzas en todo el planeta y en especial en Cusco, es evidente el entusiasmo de la gente por vivir, con el deseo tenaz de que el 2012, será el año de mucha prosperidad.
Entonces la pregunta es ¿Por qué no utilizar toda nuestra energía mental y espiritual a la reconstrucción del verdadero mundo que queremos, lleno de paz, amor y prosperidad? ¿Por qué no hacerlo por lo menos una hora diaria, en forma colectiva?; en vez de pensar que el fin del mundo se aproxima.
En fin, hay aún muchas razones para creer que existe un mundo mejor y que la única forma de ser felices, es cambiando el modo de percibir los problemas sin aferrarse demasiado a ellos, ni vivir todo el tiempo pensando en lo que ya pasó, y lo más importante, es sonreír, ya que la sonrisa es contagiosa y trae consigo alegrías.